Hace una tarde preciosa, veo el sol que empieza a esconderse atraves de los arboles y los matices de color naranja y amarillo ya se empiezan a notar . Leyendo cosas que tengo guardadas de hace años he encotrado un cuento, me gusta mucho por eso lo guarde. Lo escribió Tony, un escritor Argentino que vive en su barco navegando por Mar de Plata. Me lo envió en el año 2000, así que algunos añitos tiene.. Hoy digamos que lo saco del baúl de los recuerdos para compartilo con vosotros.
Érase una vez un país muy lejano en el que vivían cuatro personajes.Todos corrían por un laberinto en busca del queso con que se alimentaban y que los hacía felices. Dos de ellos eran ratones, Oli y Corri. Los otros dos eran personitas, seres del tamaño de ratones, pero como los humanos, Kif y Kof.
Debido a su pequeño tamaño, resultaba difícil ver que estaban haciendo, pero si mirabas de cerca veías cosas asombrosas. Tanto los ratones como las personitas se pasaban el día buscando su queso favorito. Oli y Corri, aunque sólo poseían cerebro de roedores, tenían muy buen instinto y buscaban el queso seco y curado que tanto les gustaba. Kif y Kof utilizaban un cerebro repleto de creencias para buscar un tipo muy distinto de Queso, que ellos creían que los haría felices y triunfar.
Por distintos que fueran los ratones y las personitas, tenían algo en común: Todas las mañanas se ponían su gorra y sus zapatillas deportivas, salían de su casita y se precipitaban corriendo hacia el laberinto en busca de su queso favorito.El laberinto era un dédalo de pasillos y salas, y algunas de ellas contenían delicioso queso. Pero también había rincones oscuros y callejones sin salida que no llevaban a ningún sitio.
Era un lugar que resultaba muy fácil perderse. Sin embargo, para los que daban con el camino, el laberinto albergaba secretos que les permitían disfrutar de una vida mejor.Para buscar queso, Oli y Corri, los ratones, utilizaban el sencillo pero eficaz método del tanteo.
Recorrían un pasillo, y si estaba vacío, daban media vuelta y recorrían el siguiente.Oli olfateaba el aire con su gran hocico a fin de averiguar en que dirección había que ir para encontrar queso, y Corri se abalanzaba hacia allí. Como imaginarán, se perdían, daban muchas vueltas inútiles, y a menudo chocaban contra las paredes. Sin embargo, Kif y Kof, las dos personitas, utilizaban un método distinto que se basaba en su capacidad de pensar y aprender de las experiencias pasadas, aunque a veces sus creencias y sus emociones los confundían.
Con el tiempo, siguiendo cada uno su propio método, todos encontraron lo que habían estado buscando: un día al final de uno de los pasillos, en la Central Quesera Q, dieron con el tipo de queso que querían. A partir de entonces, los ratones y las personitas se ponían todas las mañanas sus prendas deportivas y se dirigían a la Central Quesera Q.
Al poco, aquello se había convertido en una costumbre para todos.Oli y Corri se despertaban temprano todas las mañanas, como siempre, y corrían por el laberinto siguiendo la misma ruta. Cuando llegaban a su destino, los ratones se quitaban las zapatillas y se las colgaban del cuello para tenerlas a mano en el momento en que volvieran a necesitarlas.Luego, se dedicaban a disfrutar del queso.Al principio, Kif y Kof también iban corriendo todos los días hasta la Central Quesera Q para paladear los nuevos y sabrosos bocados que los aguardaban.
Pero al cabo de un tiempo, las personitas fueron cambiando de costumbres. Kif y Kof se despertaban cada día mas tarde, se vestían mas despacio e iban caminando hacia la Central Quesera Q. Al fin y alcabo, sabían donde estaba el queso y como llegar hasta el.
No tenían ni idea de la procedencia del queso, ni sabían quien lo ponía allí. Simplemente suponían que estaría en su lugar. Todas las mañanas cuando llegaban a la Central, Kif y Kof se ponían cómodos, como si estuvieran en casa. Colgaban sus gorras, guardaban las zapatillas y se ponían las pantuflas. Como ya habían encontrado el queso, cada vez se sentían mas a gusto. -Esto es una maravilla (dijo Kif).
Aquí tenemos queso suficiente para toda la vida.Las personitas se sentían felices y contentas, pensando que estaban a salvo para siempre.No tardaron mucho en considerar suyo el queso que habían encontrado en la Central Quesera. Y había tal cantidad almacenada, que poco después trasladaron su casa y construyeron su vida social alrededor de ella.
Para sentirse mas a gusto, Kif y Kof decoraron las paredes con frases e incluso pintaron trozos de queso que los hacia sonreír.
Una de las frases decía : TENER QUESO HACE FELIZ.
A esta altura me imagino que ya se habrán dado cuenta de que "El cuento del queso"no es un cuento infantil, sino otra historia con un significado más profundo...donde en los personajes nos podemos ver representados nosotros mismos;donde el laberinto es la vida... y el queso es todo aquello que anhelamos,ya sea amor, salud, dinero, una familia, fama... nuestro ideal.Espero que les gusten todas las entregas...
Un cariño con el corazón,
.....hasta el próximo Capítulo ;-)
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