jueves, 26 de noviembre de 2009

Amante

Muchas personas tienen un amante y otras quisieran tenerlo. Y también están las que no lo tienen, o las que lo tenían y lo perdieron. Y son generalmente estas dos últimas, las que vienen a mi consultorio para decirme que están tristes o que tienen distintos síntomas como insomnio, falta de voluntad, pesimismo, crisis de llanto o los más diversos dolores.

Me cuentan que sus vidas transcurren de manera monótona y sin expectativas, que trabajan únicamente para subsistir y que no saben en qué ocupar su tiempo libre. En fin, palabras más, palabras menos, están verdaderamente desesperanzadas.

Antes de contarme ésto, ya habían visitado otros consultorios en los que recibieron la condolencia de un diagnóstico seguro: “Depresión” y la infaltable receta del antidepresivo de turno. Entonces, después las escucho atentamente, les digo que no necesitan un antidepresivo; que lo que realmente necesitan es UN AMANTE.

Es increíble ver la expresión de sus ojos cuando reciben mi veredicto. Están las que piensan: ¿Cómo es posible que un profesional recomiende alegremente una sugerencia tan poco científica? Y también están las que escandalizadas, se despiden y no vuelven jamás.

A las que deciden quedarse y no salen espantadas por el consejo, les doy la siguiente definición: Amante es: “Lo que nos apasiona“. Lo que ocupa nuestro pensamiento antes de quedarnos dormidos y es también, quien a veces no nos deja dormir.

Nuestro amante es lo que nos vuelve distraídos frente al entorno. Lo que nos deja saber que la vida tiene motivación y sentido. A veces nuestro amante lo encontramos en nuestra pareja, en otros casos en alguien que no es nuestra pareja. También solemos hallarlo en la investigación científica, en la literatura, en la música, en la política, en el deporte, en el trabajo cuando es vocacional, en la necesidad de trascender espiritualmente, en la amistad, en la buena mesa, en el estudio, o en el placer de un hobby. En fin, es “alguien” o “algo” que nos pone de “novio con la vida” y nos aparta del triste destino de durar.

¿Y qué es durar? Durar es tener miedo a vivir. Es dedicarse a espiar cómo viven los demás, es tomarse la presión, deambular en consultorios médicos, tomar remedios multicolores, alejarse de las gratificaciones, observar con decepción cada nueva arruga que nos devuelve el espejo, cuidarnos del frío, del calor, de la humedad, del sol y de la lluvia. Durar es postergar la posibilidad de disfrutar hoy, esgrimiendo el incierto y frágil razonamiento de que quizás podamos hacerlo mañana.

Por favor no te empeñes en durar, búscate un amante y sé tú también un amante y un protagonista de la vida. Piensa que lo trágico no es morir; al fin y al cabo la muerte tiene buena memoria y no se olvidó nunca de nadie. Lo trágico, es no animarse a vivir mientras tanto. Sin dudar, búscate un amante, porque para estar contento, activo y sentirse feliz, hay que estar de novio con la vida

Por Jorge Bucay
Foto de Oswaldo Z

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