viernes, 13 de agosto de 2010

Me respeta quien respeta mi tiempo.















Ningún adversario administrativo es más poderoso que el tiempo. Muchas fuerzas asedian a los gerentes y ejecutivos por todos lados, todos los días; pero solo una, el tiempo, no puede ser controlada de manera definitiva.

El tiempo es un recurso natural no renovable, y por ello debe ser usado y administrado de manera efectiva. La razón es elemental: por mucho que aumente la demanda de tiempo, la oferta no aumenta, así que cualquier desperdicio puede ser costoso.

El tiempo es como el dinero: si usted quiere tener más, debe invertirlo adecuadamente; si quiere tiempo futuro, debe invertir en el presente. Y para ello hay que cumplir una regla vital: el respeto por el tiempo. Si quiero que se tenga respeto por mi propio tiempo, el que me corresponde en este corto espacio que es mi existencia, debo comenzar por respetar el tiempo de los demás. Sin esa reciprocidad, siempre estaremos renegando de la falta de tiempo y achacándola a los demás.

La gente se queja con frecuencia de que no hay tiempo para hacer bien esta o aquella actividad, pero no se da cuenta de que siempre habrá tiempo para repetir o rectificar los errores - los propios y los ajenos-. Las rectificaciones: he aquí otra fuente de derroche del tiempo, que nos obliga a administrarlo apropiadamente.

Del libro "El pez grande se come al... lento" de Jaime Lopera.
Imagen de ToniVC

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