Para mí el erotismo es el deseo encendido del encuentro con el otro, desde el placer, el disfrute, la comunicación a través de los sentidos. Suele asociárselo con la sexualidad porque es en este ámbito donde se juegan con mayor profundidad los deseos y los juegos que hacen al vínculo de pareja.
Es, a mi juicio, uno de los pilares fundamentales que permite que una pareja se sostenga como tal (y la relación no se convierta en una de "amigos" o "hermanos" y comience a buscarse fuera de la pareja algo que casi todas las personas necesitamos en nuestra cotidianeidad). Forma parte de la trama (que es lo que significa la palabra tantra) amorosa y atractiva, que hace que dos personas tengan ganas de encontrarse, estar juntas y compartir.
El erotismo es una experiencia fundamental de la vida, que hace que ésta sea un disfrute y una bendición y cuando lo perdemos, no solamente en la pareja, que es donde se nota con más intensidad, sino en la experiencia vital general, es posible empezar a perder entusiasmo y finalmente enfermarse. La energía erótica es la energía de vida, la que nos mueve y nos hace querer seguir vivos.
Creo que no hay nada realmente natural, excepto los cambios. Si en cualquier situación que se sostiene en el tiempo las cosas se quedan estáticas e inamovibles, la energía comienza a estancarse. La clave para evitar esto es estar muy atentos a las señales que comenzamos a percibir, relacionadas con frustraciones, necesidades no satisfechas, aburrimiento o desgaste. Pongamos una analogía que puede servir para comprenderlo.
Si me encanta el sushi, me resulta muy atractivo y empiezo a comer esta comida todos los días, mediodía y noche, va a llegar un momento en el que en lugar de convertirse en una experiencia de disfrute y asombro, la experiencia nutritiva empieza a desgastarse y a volverse rutinaria. Si en un matrimonio las personas hacen las cosas (por ejemplo, el amor o se comunican) de manera automática una y otra vez, lo que antes era un placer puede llegar a convertirse en un martirio, excepto que haya pequeñas variaciones que sorprendan y devuelvan la vida al deseo.
Muchas veces, es necesario dejar de tener algo (que damos por sentado) para extrañarlo y volver a disfrutarlo como si fuera el último o único. Es como si dos superficies comenzaran a rozar una contra otra suavemente. Al principio, es una especie de masaje, estimulante y vivificador, pero si no cambia la intensidad o la dirección o la velocidad de la fricción, llegará un momento en que ambas superficies comenzarán a desgastarse y se empezará a hacer un surco que puede ser muy difícil de borrar.
Esto mismo ocurre en una relación de pareja, si las cosas se hacen sistemática y automáticamente igual, por un largo tiempo, sin cambios. Es necesario introducir cambios, pequeñas modificaciones o variaciones para enriquecer la relación y aportar nuevamente el deseo.
¿Es inevitable que esto ocurra?
No creo que nada sea inevitable cuando contamos con la conciencia como herramienta de autoconocimiento. Hablo de conciencia en términos del darse cuenta. Si a medida que vamos percibiendo sensaciones y necesidades (a veces es necesario entrenarse para ello porque no estamos educados para registrar percepciones internas y solemos asignar la responsabilidad de lo que ocurre a los demás o a situaciones externas exclusivamente, sin darnos cuenta de que los únicos que podemos saber qué nos pasa y qué necesitamos somos nosotros mismos) podemos ir siguiendo el camino que nos dicta nuestra interioridad, será más fácil evitar el desgaste y pedir lo que realmente necesitamos y emprender los cambios requeridos para sentirnos satisfechos, deseantes y vivos.
¿Qué se recomienda hacer para mantenerlo vivo?
- Registrar necesidades, sensaciones y sentimientos propios.
- Estar abiertos a escuchar y percibir lo que nuestra pareja necesita
- Pedir lo que necesitamos de una manera amorosa y no exigente.
- Encontrar alternativas para hacer las mismas cosas de manera distinta.
- Hacer otras cosas que no habíamos probado.
- Alternar los roles que suelen instalarse de manera a veces rígida en las parejas (uno suele buscar y el otro suele dejarse buscar y es buscado), para sentir la diferencia entre lo que está "por sentado" y lo que extrañamos cuando no está.
- Aprender a disfrutar de cada experiencia como si fuera la primera vez en la vida que la tenemos. Recordar por ejemplo, cómo fue la primera vez que salimos, con nuestra pareja o los primeros besos o lo que hacíamos al principio de la relación, que nos producía placer a ambos y recrear esos momentos, procurando disfrutarlos como si fueran la primera vez o quizás ¡la última de la vida!
- Encontrar espacios de disfrute y diversión exclusivos de la pareja, que muchas veces se pierden por las obligaciones, el cansancio y las rutinas familiares. Así como le dedicamos tiempo al gimnasio o a leer emails o a trabajar, encontrar también el tiempo para pasarla bien y jugar con nuestra pareja (los dos solos), haciendo cosas que a ambos les gusten (o no haciendo, simplemente estando, por ejemplo, pasando un día de holgazanería en la cama, comiendo cosas ricas y haciendo el amor, probando leerse cuentos eróticos o ver alguna película que ambos quieran ver o estando en silencio o escuchando música, haciéndose masajitos en los pies, entre otras millones de posibilidades que ambos pueden encontrar).
- De vez en cuando re-explorar aquello que los hizo elegirse como pareja y darse cuenta de qué se necesita cambiar (si hace falta algo) para seguir sintiendo interés y deseo por el otro (hay hermosos ejercicios de renovación del vínculo, que consisten en preguntas abiertas que uno le hace al otro relacionadas con la relación, los sentimientos y deseos de cada uno, aquí y ahora. Uno pregunta y el otro responde y luego alternan los roles).
Por Lic. Verónica Kenigstein
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