jueves, 28 de octubre de 2010

Tres rejas


El joven discípulo llegó presuroso a la casa de un sabio filósofo para contarle algo:
-Maestro, un amigo suyo estuvo hablando de usted con malevolencia...
-¡Espera! -lo interrumpió el filósofo-. ¿Ya pasaste lo que vas a contarme por la prueba de las tres rejas?
-¿Las tres rejas? -se sorprendió el joven.
-Sí. La primera es la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es absolutamente cierto?
-No. Lo oí comentar a unos vecinos.
-Al menos lo habrás pasado por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas decirme, ¿es bueno para alguien?
-No... en realidad, no. Al contrario...
-Ah, ¡vaya! La última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que tanto te inquita?
-A decir verdad, no.

-ENTONCES -DIJO EL MAESTRO, SONRIENDO-, SI NO ES NECESARIO, NI BUENO NI VERDADERO, SEPULTÉMOSLO EN EL OLVIDO.

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